Acuerdo por la paz: Un pueblo de vencedores vencidos

Por Cristóbal Mardones, Movimiento Somos
Con casi un mes de gente movilizada en las calles a lo largo del país, con los militares ya en la calle, con empresarios proponiendo subir el salario, eliminar las AFP, acabar con el Sename, bajar horas laborales, eliminar a la gente de dicom, eliminar la deuda del cae, con los medios de comunicación haciendo cuenta regresiva para anunciar cuando comenzaba el toque de queda, con acusaciones constitucionales contra el Presidente y Ministros y un sinfín de hechos puntuales que en un todo, mostraban como la ciudadanía chilena había destruido todo lo que podía oler a institucionalidad.

En ese escenario, esta élite que nació, se alimenta y engordó sus cuentas corrientes, través de la institucionalidad del Estado, se reunieron publicitariamente en 15 de noviembre en la madrugada, luego de varias reuniones de pasillo, para crear el famoso “Acuerdo por la paz y la nueva constitución”. Esto genera el proceso constitucional, que fuimos viviendo como país, logrando que todas esas demandas fueran consumidas por una ruta incierta, haciendo que aquellos que nos sentíamos victorioso de lo que se estaba consiguiendo en las calles, termináramos sintiéndonos derrotados cuatro años más tarde.    

El acuerdo en su hito mismo fue muy raro, o como dijo el en ese entonces, diputado de RD, Pablo Vidal a una cámara de Megavisión: “estamos haciendo una cocina”. Nos hablan de democracia pero por la tv como reality; por fuera del congreso; acordando con los presidentes de partidos que no son elegidos por representación nacional; sin diputados debidamente electos para hacer las reformas necesarias; firmando a las 3 de la mañana… si fue muy raro. Llevándolo al fútbol, esto es como que Colo-colo está peleado con la Universidad de Chile, entonces va y se reúne con Universidad Católica para realizar un acuerdo por la paz.

De hecho este acuerdo por la paz no contempló un proceso de construcción contra la impunidad ni por la defensa de los derechos humanos, con un proceso para las víctimas y también para la memoria de la sociedad, ni mucho menos la libertad de los presos en el contexto de la revuelta popular. Entre otras cosas, parece que este acuerdo tampoco especificaba si se detendrían o no las muertes y excesos a manos de la policía, así podemos recordad a Abel Acuña, quien murió ese mismo día.

Si uno pudiera medir de los grandes fracasos de la Concertación, en esos famosos 30 años, tiene que ver justamente con la reconstrucción de justicia, eliminar la sensación de impunidad y avanzar en la dignidad social, como las demandas mencionadas al inicio, podríamos decir que como buen continuismo de esta elite,  ante el levantamiento popular, nuevamente dieron como respuesta un proceso dilatador del momento, alimentado por la violencia institucional y aberraciones humanas morales, lleno de impunidad. Si ellos lograron seguir en sus cargos, salir nuevamente electos, incluso alguno llegó a ser presidente, y por contraste, la sociedad se quedó sin soluciones a las demandas sociales, con muertos, presos, torturados y con un proceso constituyente que no dejó nada resuelto, sin duda y como siempre lo explica la historia, nuevamente fuimos un pueblo de vencedores vencidos

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