Por Sebastián Espíndola y Alfredo García
El auge de la industria sexual digital de OnlyFans, Arsmate y Onfayer despertaron el interés por sobre la legitimidad del enriquecimiento instantáneo, la dualidad fama-intimidad y el debate en las autoridades sobre establecer una regulación de estas actividades.
Los escándalos judiciales de Kathy Barriga y Camila Polizzi abrieron el cuestionamiento sobre el lucro con el uso de aplicaciones como Onlyfans (OF) o Arsmate. Discusión ha empañado el análisis de por qué tantas personas ajenas al espectáculo, deciden exponer su cuerpo a cambio de dinero e incursionar como “estrellas” del erotismo. Especialmente por el origen de OF, que comenzó como una plataforma de pago para que profesionales mostraran sus trabajos en fotografía, cocina, artes plásticas, música y otras actividades, pero con la llegada de la pandemia y la popularización de los desnudos, el enfoque se desplazó hacia el contenido erótico. Esto resultó en un aumento de casi un 500% en la cantidad de creadores de contenido desde 2020, según datos del Statista.
El modelo de éxito de la “creación de contenido”
En nuestra lengua la idea de éxito se define en sinónimos como la fama, la fortuna, el convertirse en celebridad o el alcanzar la gloria. Y la creación de contenido, por otra parte, es pensada hoy como una etiqueta social para el trabajo sexual virtual sea una algo amigable. Concepto que antes era referencia a los influencers de redes sociales (como youtubers, principalmente).
Las suscripciones íntimas han atraído a celebridades para crear cuentas y así aumentar su fama ¿Ocurre lo mismo con personas novatas y fuera del mundo del espectáculo? Algunos análisis destacan que estas incursiones eróticas son una forma de empoderamiento femenino. En tal sentido, la socióloga Jocelyn Maldonado señala que ese empoderamiento está vinculado a lo económico y «tiene que ver con las condiciones materiales de existencia en las que una persona se encuentra al momento de decidir realizar este tipo de trabajo». Opinión similar comparte el abogado y escritor Bastián Gajardo, respecto a que entre el enriquecimiento y la fama: “no hay intención de hacerse famosas de exhibir su cuerpo” donde el “dinero es fácil y abundante sin mayor esfuerzo”. De modo que convertirse en celebridad es un motivo lejano para enrolarse en estos espacios digitales, al igual que la carencia de análisis sobre la presencia masculina (que representa el 14% mundial según la medición de la plataforma de datos Gitnux).
El desarrollo del erotismo monetizado tiene externalidades negativas necesarias de considerar. Como ocurre con el deterioro en la salud mental de los creadores de contenido expuesto por Madeleine Kopp en su ensayo “La resiliencia de una ex estrella de OnlyFans” (2024). Texto que revela su testimonio de exclusión en el entorno social en que vivía como consecuencia de revelar esta actividad. Ella y “muchas trabajadoras sexuales… informan que recib[ieron] reacciones negativas de sus familiares” y amigos por su sinceridad.
La atractiva “plata fácil”
Es común escuchar en reuniones universitarias o de oficinistas, -entre broma y broma-, que abrir una cuenta “de contenido” podría arreglarle la vida a cualquiera. Porque se busca cubrir necesidades o incrementar su patrimonio sin mayor esfuerzo con el único requisito de prescindir del pudor (y de toda la ropa). Imaginario social que puede deberse a las ganancias que perciben los “creadores de contenido” en contraste con el sueldo mínimo chileno (de 500.000 pesos), superando, en muchos casos, los ingresos percibidos por buena parte de los profesionales con posgrado.
Un caso a mencionar es el reportado por el mismo Servicio de Impuestos Internos durante la Operación Renta 2024: 140 personas con las características de Influencer de redes sociales (entre ellas OF) sumaron un total de $6.160 millones de pesos chilenos en ingresos durante el año 2023 (esto es, en promedio, un sueldo mensual de $3.642.858). Revelándose además datos estadísticos de esta población como que un 88% son mujeres. Y que, al clasificarlos por tramos etarios, el 66% estaría entre los 21 y 30 años, y el 22% entre los 31 y 40 años.
El partido político Onlyfans
La diputada Camila Mussante (PPD) calificó la situación de Cathy Barriga y Camila Polizzi como fundadoras de un nuevo partido político. Porque ambas ex políticas generan millonarias ganancias subiendo contenido sexual bajo medidas cautelares en sus respectivos domicilios por presuntos actos de corrupción.
Este efecto mediático del dinero rápido y de fácil acceso fue un motivo para que los legisladores iniciaran el debate sobre limitar el uso de plataformas. Entablando un proyecto de ley (boletín 17182-07) que advierte el quebrantamiento de la medida cautelar “cuando a través de publicaciones, comunicaciones o actos en redes sociales o medios tecnológicos, el formalizado se comunique u obtenga beneficio pecuniario para sí o para un tercero, o mejore su posición social o comunicacional”. Lo que podría vulnerar garantías constitucionales como la libertad de trabajo o la presunción de inocencia. Para Bastián Gajardo que “este tipo de negocios no debiese prohibirse, porque en ese caso debiese prohibirse la pornografía finalmente. La persona que se encuentra cumpliendo medidas cautelares tampoco pierde su derecho a generar una actividad económica o trabajar dentro de sus posibilidades”. En esta lógica indica que “si se va a prohibir subir o realizar estos contenidos debiera prohibirse trabajar de igual forma”
¿Qué se puede reflexionar?
Las plataformas digitales de contenido erótico reconfiguraron la percepción sobre la normalización del trabajo y el enriquecimiento. Pensado como vía legítima de independencia financiera para una parte de la sociedad junto con escenarios éticos y legales (desde regular su uso hasta el deterioro de la salud mental de sus protagonistas).
El debate se extiende más allá de la decisión de sus oferentes y aterriza en las condiciones del sistema que les lleva a pensar que es una forma de trabajo. En plataformas que han abierto el espacio a escenarios judiciales, éticos, políticos y del espectáculo, y a la opinión pública a cuestionar los límites legales versus los derechos a producir riquezas.
Estos espacios de internet dan cuenta de cómo la sociedad se enfrenta a dilemas morales y éticos como consecuencia de la evolución tecnológica.