Trabajadores en los directorios, el dolor de guata de Sutil y la elite

*Por Andrés Giordano Salazar

En una reciente columna, el diputado Boric propone establecer representaciones de trabajadores y trabajadoras en directorios de grandes empresas, lo que bastó para que el líder “superpoderoso” del empresariado chileno, Juan Sutil, sacara las garras para defender la absoluta falta de democracia en los lugares de trabajo. 

A su juicio -y a pesar de la experiencia positiva en otros países-, la propuesta es “inconducente”, “buenista” y “no parece lo correcto desde el punto de vista de la institucionalidad de la empresa (…) Es como si los accionistas quisieran participar del 50% de la dirección de un sindicato”. Lo que omite el empresario es que las trabajadoras y trabajadores gastamos la mayor parte de nuestro tiempo en el lugar de trabajo, que nos toca vivir en carne propia las -muchas veces injustas- condiciones decididas entre 4 paredes para complacer a accionistas, y que somos quienes generamos SU riqueza, ese número que les llena los bolsillos y les saca sonrisas. Sutil trata de dividir artificialmente trabajadores/as y empresas, pero cuando se trata de fortalecer el rol sindical, es un férreo opositor también. Muy al estilo de la Constitución del 80 que aprobamos dejar atrás.

“Le propongo al presidente de la CPC Juan Sutil un debate público al respecto en el medio que prefiera”, señala Boric, pero falta incluir a las y los trabajadores en la discusión que hoy se oferta en Twitter, porque para hablar de democratización del trabajo necesariamente se necesita un cambio estructural en las relaciones laborales que permita a quienes trabajamos, organizarnos para hacer frente a nuestros empleadores de manera más equitativa, y no sólo terminar ocupando sillas en una mesa directiva como un gran saludo a la bandera. Debemos recordar que el contrato de trabajo está definido en la ley como una relación de subordinación, que es jurídica, pero también material, y eso ocurre principalmente porque quienes trabajamos a cambio de una remuneración lo hacemos por la necesidad de tener comida, casa, educación y salud –o aspiramos a que alcance para eso- y, en la generalidad de los casos, es esa necesidad económica la que nos obliga a asumir la subordinación.

Por estos motivos, discutir la  integración laboral en los directorios de empresa, aunque nos parece “correcto”, debe ser parte de una discusión mayor sobre un conjunto de materias que afectan a las relaciones colectivas del trabajo: Fortalecer y ampliar la libertad sindical reconociendo la posibilidad de organizarse y negociar colectivamente en sindicatos de la manera que sea más adecuada para las y los trabajadores en cada tipo de empleo y por sobre el nivel de la empresa para extender la cobertura de los contratos colectivos; sumado al reconocimiento positivo del derecho a huelga de cualquier trabajador o trabajadora, fuera del corsé que impone la legislación laboral actual. La democratización no puede ser un slogan desconectado de la necesidad de distribuir verdaderamente el poder y es precisamente por ello que queremos dar estas luchas en la constituyente que comienza con las elecciones del 10 y 11 de abril.

Es momento de romper el miedo a organizarnos frente a los abusos que por 30 años han beneficiado a la élite que representa el señor Sutil. Y si vamos a empujar discusiones como esta, que sea no sólo de cara al mundo del trabajo, sino que con él, para que la política deje de ser un espacio elitista, farandulero y tecnocrático. Las y los trabajadores tenemos voz y somos parte del Chile que despertó.

* Andrés Giordano Salazar, dirigente sindical y candidato constituyente por el Distrito 8; Cerrillos, Colina, Estación Central, Lampa, Maipú, Pudahuel, Quilicura y Tiltil.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *