Estamos en manos de un desquiciado, peor que Trump y Bolsonaro

Por Cristóbal Mardones, Vocero nacional del Movimiento Somos

Pareciera que cuando uno se sienta en la vereda del frente, siendo oposición al gobierno de turno, es evidente que se tenga que criticar, pero que difícil es poder generar un análisis cuando no hay absolutamente nada, ninguna cifra o decisión concreta para medir esta gestión, solamente una actitud reiterada absolutamente violenta.

Cristóbal Mardones, Vocero de SOMOS

Para algunos estamos ante la peor gestión de la historia, y si solo se toman algunos aspectos, la verdad que esa afirmación no está tan lejos. Se podría partir por el nivel de represión que se pudo presenciar en el levantamiento popular que comenzó el 18 de octubre, un nivel de violencia ejecutada por los agentes estatales, carabineros, que no se registraba desde las épocas más negras de la historia, pero que hoy se efectuaban en “democracia”. La cantidad de torturados, incluyendo lo más duro que puede haber, como fue las víctimas daños oculares, solo se podría comparar con los hechos de Siria, incluso los medios de comunicación palestinos e israelíes relataban con asombro.

Pero esta gestión, no contenta con ese periodo, mostró su mayor desidia con la llegada de la pandemia. No bastó con el sufrimiento y miedo que provoca el Covid en la población, sino también el país está palpando el más frío y desgarrador desamparo que produce la constitución, donde la gente comenzó a exigir medidas urgentes, como el congelamiento de los precios, protección laboral y el cobijo de un Estado, algo que la carta fundamental está muy lejos de poder entregar.

Claro que podría ser un punto para debatir y solucionar, pero en lo más profundo el país terminó encontrándose con un presidente que dentro de sus principales cualidades es la indolencia e indiferencia con su pueblo. Dejando que la ciudadanía se salve con sus ahorros de los fondos de cesantía y pensiones, pero entregando grandes beneficios universales para las grandes empresas y multinacionales, que aún con ese apoyo de igual forma terminaron dejando cesante a una gran proporción del país, pasando del miedo sanitario que ya tenía la sociedad, a una gran desprotección económica.

Al analizar esas posturas, este cuadro de comparación se podría llegar a la conclusión más rápida, que es la de decir que todos los gobiernos de derecha son iguales. Pero el origen de esa intención puede hacer una gran diferencia en el nivel de crueldad que pueden tener esos sujetos.

Si se puede observar lo profundo de Jair Bolsonaro, su origen argumentativo es el orden religioso, “Dios nos va a proteger”. De hecho, se pudo ver comunidades en Chile que predicaban lo mismo. En Norteamérica se encontraba un Donald Trump, que su disputa era una idea geopolítica de posición, el intervenir en lo más profundo del mundo.

Pero el caso chileno es distinto, el pueblo chocó de golpe con una realidad cruel y peligrosa. Un presidente que sólo sus actitudes y decisiones se basan en la avaricia, en la búsqueda por ser aún más millonario de lo que es, con total crueldad e indolencia, aun cuando absolutamente todo el país le dice que debe actuar, él prefiere la indiferencia, dejar caer al prójimo, en una actitud despiadada con su pueblo, por el sólo sentido de serlo, como aquel desquitado que ejecuta su violencia solo porque puede.

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